
es el eco, del eco, del eco de un sentimiento;
su luz fugaz alumbrando desde otro tiempo,
una hoja lejana que lleva y que trae el viento.".
Cuando oigo la letra de este tema de Jorge Drexler, en el auto recorriendo Santiago, mi mente se va a ese eco que me recuerda lo que quise ser y ya no fui. Pero esta última frase no la compro más. Todavía puedo ser, estoy siendo. Hace rato que perdí el miedo a ser lo más yo misma.
Los que van, están o avanzan los cuarenta, miramos para al lado y vemos amigos, compañeros, a los que les fue mucho mejor o peor. Esto comienza a suceder con las juntas de los 20 años por las salidas del colegio o universidad. En la noche, todo en silencio, mientras nos sacamos los calcetines para ponernos el pijama, ya de vuelta del encuentro con los ex compañeros, es posible traer a la mente un inventario. Es fácil revisar un check list::
La pregunta entonces es si me puedo dar por satisfecha, puesto en gran parte soy un prototipo de éxito social posmoderno.
Entonces surgen otras preguntas. Otras respuestas ¿De verdad todo esto por lo que me he esforzado durante 20 años, me hace más feliz? Y ahí es cuando miro para los lados. Aunque no hay mucho donde escarbar, porque por suerte, todos están en la misma carrera desquiciada que yo, siempre hay un par de compañeros subversivos que con una lucidez que hoy soy capaz de evaluar positivamente, fueron capaces de salirse de la lista.
Y... soy víctima de mis propias circunstancias? No es posible cambiar ahora, a tiempo?
La razón es el 98% de mi motor vital?
Lo más seguro es que nuestra mente, mi mente, se va a la cancha de tenis rayada, y optamos por seguir en la misma: "Es que estoy tan cansada"; es que estoy pasando por el peor periodo; "es que mi querido "esposo", no me acompaña en estas y no puedo dejarlo solo" ( Leánse estas frases, por favor, como las frases de otros, nunca del autor de este texto).
Sería irracional luego de tanto esfuerzo por ser lo que soy para todos los demás, bajarme de este barco para tomar otro rumbo. Pero creo que finalmente la verdadera pregunta es si todo esas opciones se han tomado y se seguirán tomando con total libertad? Ahora, que reviso y me tienta más la vida de ese otro, con la lista más corta, pero más libre, cumpliendo sus sueños de libertad, intentando "ser yo mismo" soy capaz de comenzar de nuevo, con toda la libertad del mundo?. Señores/as blogeros, creo que la libertad reside en la cabeza, es un switch. El gran error es creer que la libertad se aloja en el corazón, al hombre occidental, le queda demasiado lejos teclearla.
Me acuerdo de los tiempos de Sábados Gigantes, esos sábados con la televisión encendida toda la tarde: "Elija la puerta uno, dos, tres o cuatro, porque en una de ellas está el refrigerador"; los viajes por el mundo de Don Francisco. El guatón con una sabiduría algo burda de TV, igual nos abrió un par de máximas que algunos tomaron, nuestros compañeros, esos que llegan para revolvernos, desacomodarnos un poco la vida. Lista- vida. Vida- lista.
Las máximas, eran algo como "el mundo está mucho más allá,... esto que aprendimos, no es necesariamente lo que hay que hacer, porque está lleno de gente aprendiendo otras cosas, y están tan o más felices que nosotros" Y los chilenos comenzamos a querer viajar, a lo mejor sin comprender que el primer viaje es dentro de uno, y que todos los de afuera, no son personajes de una película con paisajes donde nos retratamos, ni souvenirs, como el enano de yeso del papá de Amelié que se fotografia y manda postales, sino que también podemos comportarnos para toda la vida bajo otros esquemas.
"Con elija una puerta" el guatón nos estaba, sin querer, enseñando a que no somos víctimas de nuestras circunstancias, finalmente aquellos desastres que suceden, se nos vienen encima para que aprendamos; todos los días debemos abrir una puerta y dejar tres cerradas. Y esa es nuestra propia opción por la libertad. Lo que no aprendimos, es que el refrigerador, la casa grande, el cargo: no eran el premio mayor, habían puertas mejores, con premios menos visibles pero más interesantes y llenas de bienestar, un atributo cualitativo, difícil de medir. Ahí falló el guatón.
El compañero que vive en Tokio, en Horcón, que se sienta a leer, a gozar de la naturaleza sin necesidad de un palo de golf, que se casó tres veces y recién encontró a su media naranja, y es tan feliz o más que yo (y no es inmoral como nos enseñaron en el colegio, ni torpe; al revés, bastante inteligente e interesante), el que primero viajó se estableció y luego vivió, la que eligió un trabajo más libre e inusual, tenía para escoger las mismas 4 puertas, pero eligió otra.
Lo que no sabemos de ese que eligió la otra puerta y que elige todos los días la puerta opuesta a la que elijo todos los días o en cada momento; ese otro si hoy en mi lugar tuviera que botar esa vida-lista, la desecharía hoy y comenzaría de nuevo.
Entonces, a hacer un autoretrato, sacarle una foto a la propia vida como en las películas de Bergman, donde en una imagen se revela toda verdad. Hagan chis, digan whisky.
Creo que debo, y debemos quebrar con el miedo a dejarnos ser, de verdad calma, ya no enloquecimos, ni nos iremos en volada, es un poco tarde, lamentablemente. Cualquier cambio será legítimo y bastante correcto.
Por último, para terminar. Invito a leer antropología poética de Claudio Bertoni:
Dame ese retrato mío que tienes en la cabeza
Fui donde mi novia y le dije: Dame ese retrato mío que tienes en la cabeza, ¡Porque si no me lo das! No te enojes, me dijo, si ya te lo doy. Se abrio el cráneo y me lo dio. Después me fui donde mi madre y le dije: Berta, ese retrato mío que tienes en la cabeza, ¡Dámelo! ¿Estás enfermo, me contestó, de la misma? Yo me impacienté y le di un palo, le abrí el cráneo y saqué mi retrato. Bruno escuchó el grito y vino corriéndo: Pero hijo mío, dijo, ¿Qué has hecho? -antes de caer- segunda víctima de mi impaciencia. También le abrí el cráneo y saqué mi retrato. Vino a verme Lucía y le dije: Lucía, dame ese retrato mío que tienes en la cabeza. Bueno, me dijo, se abrió el cráneo y me lo dio. Después fui donde Marcelo, y sin decir agua va, le di un palo que casi le parto el cráneo, le saqué la fotografía blasfemando y lo dejé aturdido con el cráneo abierto y más encima le dejé abierta la puerta de calle.
Cuando volví a mi casa estaban todos almorzando menos mis padres. Mis dos hermanas se levantaron y sin siquiera saludarme se abrieron sendos cráneos y me dieron el retrato haciéndome una venia. Después de un almuerzo visité a todos mis parientes y al resto de mis amigos. Se había corrido la voz de lo sucedido y no tuve inconveniente. Todos me saludaban amablemente mientras con la otra mano me daban mi retrato. Yo les decía simultáneamente Gracias y les cerraba el cráneo con deferencia.
Al quinto día subí el cerro Manquehue con un portadocumentos lleno de fotografías y empinándome como pude las puse sobre una nube
que pasaba y les prendí fuego.
Inmediatamente después bajé de una carrera y busqué a mis parientes y amigos. Y ahí estaban todos: ¡ Con ese otro retrato mío en la cabeza!
BERTONI: EL CANSADOR INTRABAJABLE (II). BUSCAR EN METALES PESADOS.
( lamento mi "spanglish", pero fui a colegio alemán y es una mezcla entre los 3 idiomas)
4 comentarios:
Por supuesto que la libertad tiene que ver con lo interior, pero hay que ayudarse. Hago las siguientes relaciones: Libertad y miedo. Con una mochila más liviana tenemos menos miedos, menos cuotas, menos apegos, menos afectos puestos en los objetos y más emociones en las relaciones. No nos paralizan las inseguridades económicas del futuro porque no tenemos una vara alta o un estandar que no somos capaces de mantener o que ya no queremos tenerlo.
Libertad y tener. Tener casa es rico, porque es lo tuyo, por lo que has luchado y trabajado...etc pero cuando uno no tiene casa hay una cercanía al cambio, al movimiento que es mas alta y si un día se te antoja o necesitas cambiar las piezas del tablero, la piensas un poco y lo haces, porque internamente es necesario. No tener te acerca a la idea de que nada es para siempre, y que se puede cambiar a los niños de colegio aunque ya pagamos la cuota de inscripción y que podemos cambiar de idea, de religión o lo que sea. La libertad necesita valentía y finalmente atreverse. Atreverse en lo grande y en lo más pequeño, porque la libertad se aprende en el cine, en la literatura, en la moda, en la arquitectura... etc
En todo caso nos esforzamos tanto en tener que con lógica nos queda poco tiempo para pensar en la libertad. C.C
No he sido capaz de matarme
Pero he sido capaz de no matarme
Algo es algo!
C Bertoni, del libroDe vez en Cuando, él de la república de Concón
De los compañeros de colegio, o de universidad y qué ha sido de cada uno, de quién es más feliz, de quién sufrió más o menos, del que salió del closet, del que entro, del que la vida le dió golpes fuertes, del que no esperabamos nada y fué a la vista de muchos todo, del que finalmente nos sorprendió con una sabiduría que nunca nos dimos el tiempo de conocer en nuestra vida anterior, por dios que hay tema
Gran post.
Eso de la libertad interior es todo un cuento.... que libertad, si apenas nos damos cuenta de lo atrapados que siempre estamos, no podemos arrancarnos de nosotros mismos.... si al final da lo mismo si te compras este u otro cuento..... ejecutiva o hippie, al final todos son cuentos igual, estamos atrapados en nosotros mismos y esa es la peor de todas las carceles... el que diran, ese si que es un cuento..... si lo peor de todo es lo que me digo a mi misma, de eso si es que es dificil liberarse, no tengo a quien culpar, a quien demandar, de que liberarme......
T.S.
Me cuesta contestarte, porque siempre das finalmente en el fondo del fondo, del asunto. Tú sí bajas al pozo, y apagas la linterna.
La libertad está dentro, tan dentro que es una ilusión. Eso hace que todo sea una bobería.
Bobos hippies, bobos ejecutivos. Pero aunque nos contemos un cuento, esto es como una cebolla, o más elegante: como una muñeca rusa.
Debemos en la forma igual amigarnos con el sentido de vivir. En esos hábitos hay más cárceles y nos alejamos de la esencia, del interior. Entonces, debemos empezar por algo, de otra forma la existencia sería una teoría; nuestros cuerpos, una ilusión; las emociones, un sin sentido, en fin.
Por algo hay que empezar. ¿O no?
Si no lo crees, sigamos conversando...
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