Me salvo cuando estoy debajo de la mesa, tirando el mantel. me salvo cuando miro demasiado seguido lo mismo, y derrepente... dejo de creer. me salvo cuando lo paso bien el domingo. me salvo cuando ladeo la cabeza, pego la frente a la ventana y empaño el vidrio. ¡DIOS QUIERA QUE YO QUIERA!

sábado, diciembre 23, 2006

Poema de Julio Carrasco



Las cosas más importantes se rompen en el aire

(esto dije a una joven que hacía una mueca de espanto
al ver cómo un vaso de cerveza caía de mis manos)

No debe preocuparnos aquello que para hacerse añicos
necesita llegar al suelo.

Las cosas realmente frágiles

Las pompas de jabón, los edificios de naipes, la ceniza
a punto de desprenderse del cigarro de una
joven que gesticula en una fiesta

(casi digo los corazones)

Se rompen en el aire.

domingo, diciembre 17, 2006

Mis regalos de Navidad: 1 párrafo del capítulo 1 de "Kafka en la orilla", Murakami y 1 reciente entrevista exclusiva

mmm..., a partir del próximo año intentaré ser más desatada compartiendo mis pensamientos y juicios, sólo para quienes puedan tolerarlo.
Pero este post es de Murakami, de quien John Updike, The New Yorker, ha dicho:
"Un libro que no sólo se lee de un tirón ( 583 páginas), sino que tensa metafísicamente el pensamiento" Eso he sentido yo todo el tiempo con HARUKI. Su entrevista es tan inquietante como sus libros, en el fondo con pocos escritores me pasa: Sentir que luego de excavar más allá de la historia, hay varios mensajes que se despliegan y han llegado para revelar algo que uno ha conservado oculto hasta antes de leerlo. Entonces ya no hay vuelta atrás, y luego de hacerse cargo sólo hay que hacer la maleta y cambiar, mudarse hacia un mundo más interior.
Por último, un dato, Murakami es hijo de un monje budista y de una profesora de literatura.

1. Párrafo:

"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir cruzándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta".

2. Entrevista:
Enigmático y esquivo, muy celoso de su vida privada, Haruki Murakami siente verdadera fobia hacia las entrevistas, y apenas ha accedido a hablar de Kafka en la orilla con su editor americano y con Philippe Coste, de la revista francesa “L’Express”, a quien le ha confesado que el protagonista de la novela, Kafka Tamura, sí se le parece:
“Yo fui hijo único y me inventé un mundo aparte, lleno de libros, de música y de conversaciones con mis gatos”. Fascinado por Truffaut, reconoce que “en el joven Kafka Tamura se esconde el pequeño Antoine Doinel de Los cuatrocientos golpes. Sus edades, sus fugas, sus miedos, sus búsquedas son comparables.

Sentí la soledad cuando, al salir de la universidad, me negué a seguir el camino establecido, y comenzar a trabajar en una gran empresa o como funcionario del Estado.
Hace treinta años, la sociedad japonesa era mucho más estricta que hoy.
Cuando se escogía ser un marginado, un outsider, no había vuelta atrás. Igual que para Doinel”.
Otra sorpresa: al periodista francés Murakami le confiesa su desilusión por no haber podido correr (a causa de una tempestad de nieve) sus diez kilómetros diarios alrededor del campus de la Universidad de Harvard, que le acogía como escritor invitado en el momento de la entrevista.

Ahora ha vuelto a Japón y no acepta entrevistas al menos hasta diciembre. Y como “hay que estar en forma para vivir una existencia malsana”, se levanta cada día a las cuatro de la mañana, 365 días al año, corre varios maratones cada temporada de manera anónima en distintos países del mundo y lleva una vida casi monacal que le permite “una concentración intensa, casi en trance” esencial para su escritura.Quizá por eso, por esa necesidad de paz que contrasta con sus siete años regentando su propio club de jazz, convencido entonces de su falta de talento para escribir algo distinto al menú, sólo le desvela a su editor los secretos del libro.

Por ejemplo, qué le ha hecho reinventar el mito de Edipo y si lo tenía previsto cuando comenzó Kafka en la orilla o si fue surgiendo a medida que iba escribiendo el libro.
–El mito de Edipo –explica Murakami– es sólo uno de los temas de la novela, y no necesariamente el elemento central. Desde el principio planeé escribir sobre un quinceañero que huye de su siniestro padre y comienza un viaje en busca de su madre, lo que naturalmente tiene mucho que ver con el mito de Edipo. Pero, como le decía, yo no tenía ese mito en la cabeza desde el principio, aunque los mitos estén en el origen de todas las historias. Cuando escribimos un relato no podemos evitar que esté relacionado con toda clase de mitos, que son una suerte de depósito en el que están todas las historias.

–Antes de que el concepto de “posmodernidad”se pusiera de moda, Kafka exploró esa peculiar condición de aislamiento absoluto asociado ahora al mundo posnuclear y al nuevo milenio.

¿Bautizó a su protagonista con su nombre pensando en estos temas o por otras razones?

–No hace falta decir que Kafka es uno de mis autores preferidos, pero no creo que mis novelas o personajes estén directamente influidos por él. Lo que quiero decir es que el universo narrativo de Kafka es tan completo que intentar seguir sus pasos no sólo resulta absurdo sino demasiado arriesgado. En realidad me veo a mí mismo escribiendo novelas en las que, a mi manera, desmantelo el universo narrativo de Kafka de la misma manera en que éste, por su parte, había desmantelado el sistema narrativo anterior.
Supongo que eso puede entenderse como una especie de homenaje a Kafka.
A decir verdad, no tengo una idea muy clara de lo que significa eso de “posmodernidad” , pero tengo la sensación de que lo que estoy intentando hacer es ligeramente distinto.
En realidad lo que quiero ser es un escritor único, diferente a todos los demás. Quiero ser un escritor que narra sus historias como ningún otro .

–Nakata, el otro protagonista de la novela, fue víctima de un misterioso accidente escolar en su infancia y no se parece a nadie de los que le rodean.
¿Qué le llevó a crear un personaje así?
–A mí siempre me ha interesado la gente que ha sido arrojada fuera de la sociedad, aquella que ha sido retirada o apartada. La mayoría de los personajes de Kafka en la orilla, están, en un sentido u otro, fuera de lo establecido como normal. Nakata es uno de ellos, quizá el más claramente marginado.

¿Que porqué creé un personaje como él?
Debe de ser porque me gusta.
Es una novela larga, y un autor tiene que tener al menos un personaje al que ame incondicionalmente.
Pero a Murakami no sólo le gusta poblar sus relatos de marginados. Por todos ellos, y en esta novela muy especialmente, se pasean, majestuosos, los gatos.
Como en Al sur de la frontera, el oeste del Sol (Tusquets, 2003), donde escribió “Así descubrimos que los dos teníamos muchas cosas en común. A ambos nos gustaba leer. Y escuchar música. A ambos nos encantaban los gatos. A ambos nos costaba expresar nuestros sentimientos”, también en Kafka el amor a los felinos sirve para identificar almas gemelas .
“Los adoro –confirma–. Siempre he estado rodeado de gatos, desde que era pequeño. Pero ignoro si eso tiene algún otro significado”.
El escritor ha llegado incluso a explicar que a veces imagina horribles masacres de gatos “con el único propósito de ver lo que voy a sentir”. De la violencia real, como la de la II Guerra Mundial, admite que sólo conoce lo que su padre, que fue soldado del ejército imperial japonés durante la ocupación de China le ha contado,
“pero hablo de ello en esta novela porque despierta nuestra conciencia colectiva. En Kafka en la orilla evoco brevemente a Eichmann y el genocidio para vivir el terror que me inspiran esas atrocidades, y recordar de paso que cualquiera puede convertirse en un desalmado, esparcir gas en el metro de Tokio, como en 1995”.

Otro elemento constante en su obra, la música, también se adueña del relato, ya que los personajes, como en sus libros anteriores, muestran un interés real y profundos conocimientos en ocasiones sobre jazz, música clásica y rock.
“Sí, es una parte esencial en mi vida. La música siempre estimula mi imaginación. Cuando escribo, generalmente la música se desliza (como los gatos, supongo) a mi alrededor”.
Aunque renunció hace años a su club de jazz, Murakami conserva aún una fabulosa colección de 40.000 discos, y adora a los grandes maestros del Barroco, como Bach o Teleman, que suelen acompañarle mientras escribe.

Una advertencia, innecesaria para los lectores de Murakami: el libro está cargado de símbolos y posibles significados. Su riqueza es tal que el editor japonés creó en su momento una website para ayudar a los lectores a comprender la novela. Y en los primeros tres meses Murakami recibió más de 8000 preguntas de los lectores, y contestó a unas 1200.
“Fue una ingente cantidad de trabajo, pero realmente lo disfruté. Lo que aprendí de todo eso fue que quizá la clave para entender la novela esté en leerla varias veces. Puede sonar como una justificación, pero es la verdad. Sé que la gente está muy ocupada, pero si tienen tiempo, les sugiero leer Kafka en la orilla más de una vez.” Y no le falta razón. Como tampoco para sentirse, como ha confesado a menudo, “la oveja negra del mundo literario nipón. Me reprochan mi estilo, demasiado diferente de los cánones clásicos. Soy japonés, escribo en este idioma y mis novelas se desarrollan la mayor parte de las veces en este país. Pero soy un individuo. Sólo un hombre libre”.

viernes, diciembre 15, 2006

CRISIS ENERGÉTICA: PROBLEMA NUCLEAR



Cuando viajé a Aruba, tuve la sensación de estar dentro del sueño de un gringo de Arizona, fui un personaje monitoreado de un juego de play station. Todo me parecía hechizo: Las fachadas color candy, la felicidad asalariada de los lugareños. Y lo mismo me pasa cuando me informo sobre la CRISIS ENERGÉTICA, esas dos palabras las oígo con la misma voz en off del narrador del Correcaminos, suena a ACME.
Claro, nosotros los NADIE, no sabemos de este tema tan COMPLEJO.
Pero cabe la casualidad que en mayo visité en Barcelona, a propósito del aniversario número 20 de la tragedia de Chernóbil, una exposición fundamental, informa-ilustrativa muy extensa y sólida sobre este "penoso acontecimiento" (como ha sido definido por los rusos).
Chernóbil podría ser el nombre del origen del caviar, o un destino exótico, pero en realidad tiene el significado opuesto al color calipso, al candy o melón, es apostar a buscar alternativas menos
rentables, eficientes, inteligentes,
conceptos que suenan a economía no a ecología/humanidad
Entonces como parte del grupo de los NADIE, me defino:
NO QUIERO PLANTAS NUCLEARES EN CHILE
Datos light: ineficientes, poco económicos, bobos:
Plantas nucleares v/s sacrificar ríos/ energía eólica
El 26 de abril de 1986 tuvo lugar una catástrofe sin precedente en la historia de la industrialización: el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, sufría un grave accidente con fusión del núcleo que provocó la liberación de toneladas de material altamente radiactivo a la atmósfera
La cantidad de radiactividad que se escapó del reactor fue unas 200 veces mayor que la desprendida conjuntamente por las bombas atómicas lanzadas en 1945 por Estados Unidos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Uno de los aspectos de aquella tragedia que más se repite es el efecto que la radiactividad liberada en el accidente de Chernóbyl ha provocado en el paisaje, en las costumbres y también entre la población adulta e infantil, de las regiones afectadas: deficiencia Mental, Deformaciones, Enfermedades en la población.
Fotografías de Roberth Knoht
Voces:
Una joven aficionada al motocilismo que tenía 7 años cuando el accidente y se aventuró en la zona con las precauciones necesarias para sacar fotos de cómo habían dejado todo antes de que la gente se fuera. Es impresionante. De los muchos comentarios que hace entre las fotos, me he quedado con este, que traduzco a continuación:
"La gente tuvo que dejarlo todo: las fotos de sus abuelos, sus coches, su ropa, ... es increíble, la gente vivía aquí, tenía casas, casas de campo, garajes, motocicletas, coches, dinero, amigos y familiares, la gente tenía su vida, cada uno su rincón, y en cuestión de unas pocas horas todo su mundo se hizo pedazos y todo se fue al carajo, y después de unas horas de viaje en un vehículo militar, te metes en la ducha para lavar la radiación y al salir de la ducha entras en una nueva vida, desnudo, sin casa, sin amigos, sin dinero, sin pasado y con un futuro muy incierto."

El modo cómo cada uno elije las palabras: Textos convenientes




Comienzo
por un mensaje que me envían.

Rosa. Creo que lo del sonido de las palabras es todo un tema, incluso físico, desde cómo está construido internamente el oído de cada persona. Escuchamos distinto porque nuestros aparatos son distintos... los graves son de cierta manera para algunos, y los agudos nos molestan o agradan según también el ejercicio que le damos a la oreja. Todo esto independiente de las palabras como contenido e historia personal. Es buen tema lo de la edición que hacemos a diario y a dónde nos lleva esta edición. Lo otro que me gusta es la idea de ver la literatura como un ejercicio para descubrir los propios miedos y reconocerse, evidentemente no estoy pensando en los libros de autoayuda, estoy pensando en una biblioteca como la tuya que tiene marcas y subrayados. Es como agarrar los discos y mostrar los temas que por diversas razones nos gustan. Hay que ir "enamorándose" de las ideas para desde alguna parte hacer el cambio. En la Antología de la Fundación Neruda, la Rosabetty Muñoz tiene buenos textos de ovejas, léelo, evidentemente incomoda la oveja que finalmente comerá raices y no sólo pasto; la cosa es que uno anda en grupo y como dice la Paty May, cuando uno toma conciencia de algo también toma una responsabilidad. No se puede huir de eso; entonces hay que elegir las palabras, hay que editar porque nuestros "lectores" están a veces más acostumbrados a entender manuales de instrucciones que textos desordenados, contradictorios y honestos.

Desde que se nace vamos coleccionando palabras, y es el tejido que cada uno elabora con ellas, con las palabras escogidas, el que termina por conformar algo del entramado de la propia realidad privada, íntima, así nos vamos integrando hasta que llegamos a ser distinguibles. Ya lo dijo Maturana: El lenguaje crea realidad.
Pero me interesa la edición que se hace de las conversaciones, de los discursos, de los textos, cada uno extrae lo que necesita en una circunstancia precisa, se oye lo que se quiere oír.
Es responsabilidad de cada uno aguzar el oído, enfocar la mirada en las palabras dichas y escritas. No es lo mismo atender un soliloquio de Hamlet que de Segismundo, a detenerse en un fragmento de Pessoa. Incluso más, es diferente elegir de éste su fragmento 188 o el 112; hay en ese preferir, una visión, un modo que sugiere y nos dice algo del que selecciona.
En ocasiones vulgares, de pronto se reconoce la frase de alguien en medio de la noche, el texto es capaz de abrirse paso, ahí entremedio del humo de algún cigarro compartido. Las palabras de un discurso siempre suenan a tedio, es difícil que en medio de una convención una frase se imponga como una flecha. Se agradece cuando alguien dice algo que causa extrañeza, inquietud, porque entonces algo pasa, y ese conjunto de palabras dichas cobra sentido para un alguien cualquiera, eso basta para que valga la pena haberlas mencionado. Una sola frase es capaz de abrirse camino al interior de un hombre para descubrir su humanidad.
Es a través de este contacto que las personas nos reconocemos más allá de nuestras propias situaciones externas, porque como dice Constantino Kavafis, todos los personajes podemos ser nosotros.
Atiendo entonces el discurso del premio Nobel de literatura este 2006.
Pienso que Orhan Pamuk, tal como se ha dicho, logra algo que no es baladí, y que mucho antes que Pamuk han intentado otros, abanderados por Cervantes y Shaskespeare. Pamuk el turco escenifica y coloca su "To be or not to be" dentro de su encuadre territorial identitario, Turquía.El escritor frente a la academia ha reflexionado sobre el papel de la literatura para el escritor, y esto me ha conmovido, lo edito, lo conservo, puesto creo que no son sólo los escritores los llamados a entrar en nuestros miedos, los lectores deberíamos entender esto a la hora de construir nuestras bibliotecas.
Entonces extracto del nobel, poemas: mis ediciones de hoy.
Extracto de parte de su discurso:

"El autor de 'Nieve' construyó una reflexión sobre aspectos como la condición del escritor, sus miedos, su tarea y el proceso creativo, a partir de un objeto: la maleta llena con sus propios manuscritos que su padre le dio dos años antes de morirse. Ese objeto da nombre al discurso, 'La maleta de mi padre', 'Babamin bavulu' en turco, idioma en que leyó el texto el autor, que a diferencia de Pinter y la austríaca Elfriede Jelinek, ganadora en 2004, sí acudió a Estocolmo. En torno a sus propias dudas sobre si abrir o no la maleta y sus miedos ante lo que puede encontrarse, Pamuk va desgranando ideas, y descifrando preguntas, así como analizando la relación con su progenitor -un escritor frustrado con una amplia cultura- y con su país, aunque sin entrar en cuestiones políticas. Para Pamuk, la literatura se puede definir como "lo que una persona crea cuando se encierra en una habitación, se sienta junto a una mesa y se retira en una esquina para expresar sus sentimientos".
El escritor es alguien que dedica su vida a descubrir al otro ser que habita en su interior , y trata de traducirlo en palabras para crear otro nuevo mundo, y otro nuevo ser, "del mismo modo que alguien construye un puente piedra a piedra". Pamuk lo define como conocer las heridas que llevamos dentro y explorarlas pacientemente, "poseerlas y hacerlas una parte consciente de nuestros espíritus y escritura".
Diario La Vanguardia

Cuanto Puedas
Kavafis
Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.
CASI CRUZO LA BARRERA
Enrique Lihn
Casi cruzo la barrera
del espejo para ver
lo que no se puede ver:
el mundo cómo sería
asi la realidad copiara,
y no al revés, el espejo
llena, por fin, de su nada


































































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