
Los últimos tres años he seguido el curso de los acontecimientos políticos, sociales y económicos a nivel país, siempre desde el otro lado de la pantalla o tomando las páginas del diario, como una ciudadana y representante de la masa: Opinión Pública (O.P.), a pesar de que a mí nunca nadie me ha pedido mi opinión.
Hoy tengo la certeza de que optar a un trabajo público, cualquiera que éste sea, significa en la pos modernidad o segunda modernidad, una decisión suicida, auto provocarse una muerte anunciada. Tarde o temprano quien se arriesga a ser político, artista, representante del gobierno, autoridad eclesiástica o líder de una organización, cometerá en algún momento un error. Porque participar arriba del tejado de vidrio que todos tenemos, es arriesgar desde el principio a que las pantallas iluminen a nivel global, en una especie de zoom planetario toda una biografía. De pronto los Seres Humanos no pueden ser humanos si se quiere estar frente a la Opinión Pública. En estos tiempos las personas públicas deben cuidar todos los flancos, y ante la imposibilidad de lograr la perfección, como monos de taca- taca se desploman frente a nosotros la O.P., sólo es cuestión de tiempo, hasta que cada uno es sucedido por otro que vivirá el mismo juicio en el futuro. Estamos ante la Era de la Transparencia "hiperbolizada" y del Control de ésta.
¿No hay posibilidad de entender que es imposible ser al mismo tiempo humanos y perfectos? Nadie en este país, no ha cometido como mínimo dos errores imperdonables en su vida. Entonces, ¿dónde está el límite entre corrupción y error?. Los significados son relativos, es verdad que esto es objetable. Pero estoy segura que los héroes clásicos no habrían soportado los juicios a su biografía heroica.
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