Me salvo cuando estoy debajo de la mesa, tirando el mantel. me salvo cuando miro demasiado seguido lo mismo, y derrepente... dejo de creer. me salvo cuando lo paso bien el domingo. me salvo cuando ladeo la cabeza, pego la frente a la ventana y empaño el vidrio. ¡DIOS QUIERA QUE YO QUIERA!

viernes, octubre 20, 2006

Sin vuelta atrás


Hace un mes atrás escribí:
"La rueda de la fortuna es poco afortunada, sólo da vueltas sobre el mismo eje.¿Es la rueda la que escoge su fortuna? Nos vamos, lejos de esta rueda, nos movilizamos hacia otros mundos posibles,... un rato."
Aunque en esa oportunidad me refería básicamente a mi partida a Italia, muy en el fondo hablaba de nuestros cambios internos-externos.
Claramente he dejado de estar fragmentada, esa fractura que me convertía en una por algunas horas y en otra por el resto del tiempo, se ha sellado. Parece como si el dedo de ese Dios de Miguel Ángel en la Creación, hubiera pegoteado todas las desaveniencias para poder pararme cómo lo sé hacer ahora en este mismo momento: Con total desenvoltura y libertad.
Hoy no necesito conjugar los verbos estar con aquellos, pertenecer, ni tener, para ser la persona que quiero ser. Estoy orgullosa de mi misma y pensando como la brasileña de mi tour a Europa: "Amigos, en este lugar quiero morir de muerte súbita".

Sí, como dice mi querida socia: "NO HAY VUELTA ATRÁS".
Una cierta discapacidad para discurrir, para elegir lo verdaderamente sustancial, para valorar lo de menor precio, para alejarme de la idiotez y de la pretensión, para acercarme a los mundos de gente pensante, me tenía en una zona de discapacidad infinita.
Puedo identificar ese cambio, ese click, una tarde calurosa de hace un par de diciembres atrás, en mi casa, luego del accidente de R.
Dos años después, sentarme por horas a tomar un café con galletitas tritón, con gente como Armando Uribe, me han dado vuelta la vida hacia una nueva ruta que no está en los mapas de navegación establecidos por mi sociedad. Cómo no apreciar a R mirándose de otro modo y dispuesto a cambiar; a Bertoni, en su forma de ver el mar. A la Tere Calderón en su sencillez con su terraza que le parece gigante; a Cesar Soto en su librería mientras le preguntan si vende el Paraiso Perdido; a tanta gente que vive en Otra.
Tomar las oportunidades implica valentía, porque el miedo ha sido asociado al no tener (y otros verbos más).
Pero la verdad es que no hay que ser demasiado valiente para ponerse los anteojos que se pone Armando, o para escribir en los Cuadernos de Claudio. No hay que ser demasiado valiente para llamar a Miranda. Simplemente hay que escoger.
Bertoni nos decía hace poco que " ganarse la vida es perderla". Simplemente hay que atreverse.
Ayer Uribe, antes de dejarnos en la puerta, nos dijo que Pascal pensaba que lo mejor es EL PESIMISMO DE LA INTELIGENCIA Y EL OPTIMISMO DE LA VOLUNTAD.

Siento lástima por los parques de diversiones que se clonan por la ciudad, qué pena esa rueda de la fortuna solitaria del Mampato soleado en domingo. Hay algo en ese paisaje que no me ilusiona.
Fundar una nova vita, es lo que estoy viviendo con el espíritu del poeta que hemos mantenido al margen de nuestras vidas caducas. Mi fundación no contempla ilusiones precarias, porque tal como lo he oído por ahí "...mejor es la esperanza".

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